"Señas de nuestro tiempo
: [Marcial Romero]
'Una pieza de teatro que corresponda a la situación del mundo
hoy. ¿De qué debería tratar? De la respiración desasosegada.'
(E. Canetti, 1979, Apuntes 1973-1984)
Nuestro tiempo como preocupación, como problemático, como desorientación, como cierre y apertura, como tiempo que navega en aguas turbulentas, como tiempo histórico y a-histórico, vamos, un tiempo de orillas, en el que el puente entre el antes y el después está roto (1).
Hay que reconocer que nuestro siglo XX ha resultado un tiempo emocionalmente intenso, a poco que nos fijemos en los constantes movimientos de masas humanas reventadas en el orbe mundial (2) o en la violencia endémica que afecta a poblaciones enteras. Y esta ya es una razón suficiente que empuja por sí misma a pararse a considerarlo. La idea de nuestro tiempo no puede borrar esta memoria fatídica, cruel y dolorosa (3). Nuestro tiempo está impregnado de ese blanco y negro nocturno de entreguerras que, sobre todo en Occidente, ha mantenido a nuestros abuelos y padres en una rumia de víctimas y verdugos (4): una constante reiteración de la muerte. (...) "
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